"Una vez conocida la realidad combatirla se convierte en obligación" |
Nadie
se explica, y es que parece incomprensible que con esta cantidad de
parados –casi el 23%— presenciemos un panorama calmo y sin "sobresaltos"
ante los ataques directos hacia la dignidad y derechos no solo de los
trabajadores de hoy, si no de los que lucharon por conseguirlos hace
décadas.
Unos datos que como dice Cayo Lara, chorrean sangre. Y sin embargo no movilizan a casi nadie.
Que hay mucho parados, muchas familias
que están sufriendo esta plaga no me cabe la menor duda, que el mito de
la clase media pasa a ser clase baja y que de ésta muchos han pasado a
la indigencia, tampoco. Y ¿cómo se aguanta tanto, sin hacer una
revolución?
Las razones son varias:
Nos han ido inoculando en vena la
complacencia ante situaciones más desfavorables, de tal forma que nos
preparan para tiempos peores sin que nos demos cuenta. El miedo a
empeorar más, es una de las causas. Ahí juegan un papel fundamental, los
políticos, economistas e intelectuales que burgueses del neoliberalismo
que están empeñados en convertir a los trabajadores en esclavos.
De ahí la complacencia, el pasotismo, la aceptación de la situación como algo inevitable y que al no tener solución, "no vale la pena luchar por cambiarla".
De ahí la complacencia, el pasotismo, la aceptación de la situación como algo inevitable y que al no tener solución, "no vale la pena luchar por cambiarla".
Esta es su victoria más grande y quizá
la menos sonada, la victoria del terrorismo (RAE: dominación por el
terror) de los medios frente a la analfabetización cultural del siglo
XXI, mayor incluso que la del siglo pasado. Es una guerra mercantil
encubierta donde tú eres el producto que los grandes capitalistas
pagan.
Poco a poco y defendiendo la libertad de expresión, que pocos se pueden permitir, depositan
en nuestros cerebros sus Ideas de defensa del capital, que como
embriones crecen ávidamente alimentadas por la monótona repetición
constante, así como
se hacía con la religión en tiempos aún no muy lejanos, anidando en
nuestras consciencias de tal forma que pocos son los que alzan la cabeza
buscando la realidad objetiva sobre la situación que les rodea, sino
que se acepta un pensamiento predigerido del exterior como se puede
comprobar al escuchar en cualquier conversación de barra de bar cuando
dicen "es que todos tenemos que poner de nuestra parte".
Toda una mezcla que colabora con el sistema, de tal forma que se soporta una situación que debería ser insoportable.
Pero se está llegando al límite.
Mientras esa confianza que decía Rajoy que iba a insuflar a Los Mercados
ni se la ve ni se la espera, la situación empeora, y lo hace porque
siguen empeñados en recortar el déficit por la parte débil .
Y es que la solución consiste en que las personas de a pie tenga dinero para consumir, para comprar el pan, para ir al cine, tener calzado... Es el consumo el que activa la economía, el que crea puestos de trabajos y estabilidad social.
La cultura del recorte destruye medianas empresas, beneficiando por ende los monopolios industriales. Destruye nuestra educación mientras quién puede disfruta de un conocimiento de élite para sus hijos, y carcome nuestros hospitales, para que los pobres mueran viajando entre quirófanos de distintos hospitales, mientras que los privados llenan sus arcas aprovechándose de la situación de los que ni siquiera pueden esperar una semana para ser intervenidos.
Es obligación de cada uno de nosotros el incentivar la rebelión, la agresividad contra un sistema que prioriza el tener que pagar una deuda con una empresa a una deuda con los trabajadores. Combatir en la calle cada una de las actuaciones impuestas por y para la bolsa y la banca.
Cuando todos convenzamos a alguien, no podrán parar la realidad de la calle. Somos más y defendemos nuestros derechos.
Y suena agresivo ¿verdad?, como decíamos antes, justo la idea que
quieren que tengas.
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